lunes, 10 de enero de 2011

Las Misiones de Hella

Las Misiones de Hella

Cuando el ataúd con el cuerpo de su difunto esposo, comenzó el lento descenso hacia la que sería su última morada, Hella secó sus lágrimas, giró sobre sus talones y emprendió el regreso a casa.

Una vez en su hogar se dirigió a la cocina, de un manotazo arrancó una nota que yacía en la puerta de la nevera y tomando una lapicera tachó algo que decía: “Número 6”.

La Revelación

Hella y Patrick vivieron los 42 años que duró su matrimonio, en un barrio alejado  al sur de Suiza. Se habían conocido en la adolescencia, cuando ambos estudiaban. Patrick había optado por la Ingeniería, Hella, en cambio, soñaba con ser algún día, una gran escultora.

El matrimonio no tuvo hijos, pero ambos tenían unos cuantos sobrinos, a los cuales consentir.

La vida de la pareja transcurría entre jornadas laborales, reuniones con amigos y de cuando en cuando, algún viaje por sitios turísticos. Se puede decir que eran un matrimonio “normal” y feliz.

 Sin embargo, la armonía comenzó a quebrantarse hacía alrededor de diez años, cuando Hella  dejó de dormir, para pasar las noches en vela, atrapada por fenómenos inexplicables y de los que ningún psiquiatra pudo alejar.

Aún recuerda el día en que todo comenzó. Era un martes de otoño, cuando luego de un día agotador, el matrimonio se dispuso a descansar. Hella había quedado inmersa en un sueño profundo, cuando de repente sintió que algo la tomaba de los brazos y la sacudía con una fuerza brutal. Apretó los ojos, intentando convencerse de que estaba en medio de una pesadilla y que pronto despertaría. Cuando recuerda aquel episodio, vuelve a su mente la desesperación. Intentó gritar, pero parecía haber perdido la voz. Al abrir los ojos, no sabía donde se hallaba, sólo veía una niebla brillante, espesa que la envolvía y mantenía flotando en el aire.

-       - Ocho… ocho víctimas Reina Madre… ocho – dijo entre susurros una voz, de alguien que no podía ver, pero que imaginaba era algún espectro aberrante.

Por la mañana, despertó algo confundida. Luego de incorporarse, recordó aquel extraño episodio. No obstante, intentó no darle demasiado interés. Trató de convencerse a sí misma que se trató de una pesadilla, aunque algo dentro suyo le decía que el sueño no había sido tal.
-        - Buen día – saludó a Patrick que ya se hallaba desayunando.

-        - Buen día Hella,  tienes café si lo deseas – contestó.

Un silencio fuera de lo común invadió el lugar. Entonces Patrick se animó a romper el hielo:

-        - ¿Cómo dormiste?

-        - Algo apesadumbrada por una pesadilla – respondió Hella, intentando restar importancia al hecho.

-        - Hacia las tres de la madrugada me desperté. Al ver que no estabas en la cama salí a buscarte, pero no estabas en la casa. Me llamó la atención.

-        - Eso es imposible Patrick, estaría en la cocina bebiendo un vaso de agua o en el baño y no miraste bien.

-        - Es posible. Incluso regresaste al cuarto antes que yo lo hiciera.

La charla continuó con temas de rutina, hasta que Patrick se despidió para dirigirse a la automotriz donde trabajaba como gerente. Ese era uno de sus últimos días de trabajo. Ya pronto llegaría la tan ansiada jubilación.

Hella se dispuso a lavar la vajilla, al tiempo que miraba a través de la ventana ubicada sobre la pileta de la cocina. La misma daba al patio. Entonces, con el alivio de saberse sola, intentó recordar en detalle lo que había vivido a la noche.

El hecho de que Patrick no la hallara en el lecho, la inquietó más de lo que estaba, pues ella no recordaba haber salido del dormitorio, al menos no lo había hecho voluntariamente.


*****


Para la noche, Hella ya  se había auto - convencido de que su experiencia era solamente un mal sueño.

Demasiado cansada, debido a los hechos de  la noche anterior, cayó rendida en un sueño profundo, ni bien ingresó bajo las sábanas.

Pero esa madrugada, a las 2:00 AM exactamente, la misma fuerza la sacó del lecho matrimonial, la elevó por los aires y repitió lo que había pronunciado la noche anterior:

-        - Ocho… ocho víctimas Reina Madre… ocho – esta vez, un ser amorfo, sin rostro visible, pero con unos enormes ojos de color amarillentos, pronunciaba estas palabras.

Hella luchó por salir de esta pesadilla, pero la voz continuó:

-        - Tú, oh Señora, salvarás al mundo. Eliminarás uno a uno los impuros.

-       -  ¿Por qué me atormentas? – preguntó Hella.

-        - Eres la elegida, Hella. Eres tú.

Inmediatamente dicho esto, la fuerza desapareció y Hella quedó tendida en el lecho, ahora despierta y consciente de lo que había vivido.

A partir de entonces, la voz, el ser horrendo, y el mal descanso fueron constantes noche a noche en la vida de  Hella, quien cayó presa de este oscuro dominio, sin saber cómo defenderse ni por qué había sido elegida.




3 comentarios:

  1. ¡Vaya! Es una narración vertiginosa, lo onírico se entremezcla con lo real (dentro de la ficción, claro está), de manera que todo el relato parece el producto de una pesadilla horrorosa.

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  2. Una historia prometedora, con mucho misterio. También me llama la atención la edad de la protagonista.

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  3. Hola!! Soy nueva seguidora de este fascinante blog. Me llamo Pilar, escribo desde hace años y por fin me han publicado una de mis novelas. Este pasado 8 de abril fue la presentación en mi pueblo. Ediciones atlantis ha sido quién ha hecho realidad mi sueño.
    Mi libro se titula: Poder Maligno y ya se puede comprar a traves de la web de la editorial. En unos días saldrá a la venta en librerías de Casa del libro. Os dejo el blog donde escribí la sipnosis y el primer capítulo: http://www.seelie-podermaligno.blogspot.com/
    Es un libro de fantasía, lleno de intriga y amor entre sus personajes.
    Gracias y un saludo a todos.

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