miércoles, 4 de mayo de 2011

Dignamente

Caminé lentamente, con la seguridad de poder sumergirme en mis pensamientos más hostiles, más dañinos, más enloquecedores. Sin embargo, por ilógico que esto parezca, es lo que buscaba.
El otoño había llegado a esta parte del mundo, y aquella precisa noche, la brisa y la llovizna persistente helaron mi rostro.
No recuerdo si lloré, no recuerdo si gemí… sólo sé que desentramé cada instante de  angustia y dolor. No puedo negar que el odio me invadía lentamente. Buscaba una explicación, un por qué a los sucesos más dolorosos que tuve que enfrentar desde que tengo uso de razón. Como es de suponer, no halle respuesta alguna.
Sin embargo seguí caminando, erguida a pesar del temporal. Continué mi camino y entonces, casi sin desearlo, comprendí la razón.
No podemos elegir las flores y piedras de nuestro camino… no es una elección propia. Lo que sí podemos es seleccionar el modo en que queremos transitarlo y del cual deseamos nos vean los demás protagonistas de la vida. Entonces supe que cualquier instante que la vida me depare, lo debo vivir con dignidad, íntegramente, erguida y caminando… a pesar del temporal.